In Memory of

Pablo

Jose

Ruiz

Obituary for Pablo Jose Ruiz

Pablo J. Ruiz was born in Puerto Humo, Nicoya, Costa Rica, on November 18, 1945. He came to the United States in the 1970s, where he met his wife of almost 40 years, Rosa. Pablo worked in construction, the hospitality industry, maintenance, and security, and had his own painting business. He loved being outdoors, farming, horseback riding, swimming, and being one with nature.

Pablo was a cherished husband, father, son, nephew, cousin, brother, uncle, and friend. He was a man of God, a devout Catholic, and his prized treasures were his wife and daughters. Dad loved adventure, music (especially salsa, cumbias, rancheros, and boleros), cooking, soccer, and the outdoors. But, his most treasured pastime was spending time with his family and friends and being a gracious host. He was a hospitable man, thoughtful, and generous of spirit. He made sure others were served and comfortable. In his home, your plate was full, your napkin was placed, and your drink was to the brim. He was excited and overjoyed to be in your company.

Pablo was a remarkable father, father-in-law, and husband. He was funny, fun-loving, and always would crack a joke to see if you smiled. He dedicated every waking moment to my sister, mother, and me. He lived for his family. From attending our plays and ceremonies to trips to the park to cooking eggs and cheese in the morning, Pablo did everything with gusto and the most infectious smile. Pablo’s passion for life and living was unmeasurable; he relished every day with joy and gratitude. He was full of warmth, perpetual happiness, and a smile that would make you feel like all was good with the world.

Pablo developed complications from type II diabetes, heart failure, and end-stage renal disease in his early 50s. With over 70 surgeries, his will to live surpassed all complications, fuelled by his faith, his love for his family and friends, and the support and unyielding dedication of his beloved wife. He did not let his illness stop him from living; he traveled to the rainforest and beaches of Puerto Rico and Costa Rica, he danced (like all the time, even with two below-the-knee amputations), he went to concerts and soccer games, and sang even when he did not know the words to the song. He was a humble man with a youthful innocence and pureness of heart that was reflected in everything he did. You can feel his soul and essence in his cooking, cleaning, hugs, and general presence. Pablo’s light and fervor to live lasted to his very last breath. His spirit will always be present because such warmth and unconditional love can never be extinguished.

Pablo is survived by his wife, Rosa and his two children, Victoria and Grace.

Obituary in Spanish

Pablo J. Ruiz nació en Puerto Humo, Nicoya, Costa Rica el 18 de noviembre de 1945. Llegó a los Estados Unidos en la década de 1970 donde conoció a su esposa por casi 40 años, Rosa. Pablo trabajaba en la construcción, la hostelería, el mantenimiento, la seguridad y tenía su propio negocio de pintura. Le encantaba estar al aire libre cultivando, montando a caballo, nadando y siendo uno con la naturaleza.

Pablo fue un querido esposo, padre, hijo, sobrino, primo, hermano, tío y amigo. Era un hombre de Dios, un católico devoto, y sus tesoros más preciados eran su esposa y sus hijas. A papá le encantaba la aventura, la música (especialmente la salsa, la cumbia, los rancheros y los boleros), la cocina, el fútbol y el aire libre. Pero su pasatiempo más preciado era pasar tiempo con su familia y amigos y ser un amable anfitrión. Era un hombre hospitalario, considerado y generoso de espíritu. Se aseguró de que otros estuvieran servidos y cómodos. En su casa, tu plato estaba lleno, tu servilleta estaba puesta y tu bebida estaba a rebosar. Estaba emocionado y encantado de estar en su compañía.

Pablo fue un notable padre, suegro y esposo. Era divertido, amante de la diversión y siempre contaba una broma para ver si sonreías. Dedicó cada momento de vigilia a mi hermana, a mi madre ya mí. Vivía para su familia. Desde asistir a nuestras obras de teatro y ceremonias hasta los viajes al parque y cocinar huevos y queso por la mañana, Pablo hizo todo con entusiasmo y la sonrisa más contagiosa. La pasión de Pablo por la vida y el vivir era inconmensurable; disfrutaba cada día con alegría y gratitud. Estaba lleno de calidez, felicidad perpetua y una sonrisa que te haría sentir que todo estaba bien en el mundo.

Pablo desarrolló complicaciones de diabetes tipo II, insuficiencia cardíaca y enfermedad renal en etapa terminal cuando tenía poco más de 50 años. Con más de 70 cirugías, su voluntad de vivir superó todas las complicaciones, alimentada por su fe, el amor por su familia y amigos, y el apoyo y la dedicación inquebrantable de su amada esposa. No permitió que su enfermedad le impidiera vivir; viajó a la selva y playas de Puerto Rico y Costa Rica, bailó (como siempre, incluso con dos amputaciones debajo de la rodilla), fue a conciertos y partidos de fútbol, y cantó aun cuando no sabía el palabras a la canción. Era un hombre humilde con una inocencia juvenil y una pureza de corazón que se reflejaba en todo lo que hacía. Puedes sentir su alma y esencia en su cocina, limpieza, abrazos y presencia en general. La luz y las ganas de vivir de Pablo duraron hasta su último suspiro. Su espíritu siempre estará presente porque tal calidez y amor incondicional nunca se pueden extinguir.

A Pablo le sobreviven su esposa Rosa y sus dos hijos Victoria y Grace.